Titánica lucha contra incendio del San Juan
Una estela de luz iluminó el cielo negro del cerro de San Juan. La aeronave Bell 407 de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), se convirtió en un ángel guardián para el principal pulmón de la ciudad de Tepic, que recibió un estallido acuático para mitigar parte del incendio que desde hace seis días ha devorado una superficie de mil 800 hectáreas de flora y fauna.
Más de mil litros de agua por carga, dieron oxígeno no sólo al mítico cerro que abraza y protege a la capital nayarita, sino también a los más de 120 brigadistas de los tres órdenes de gobierno que observaron a la aeronave realizar más de 40 viajes durante la tarde de ayer, sintiendo así un respaldo firme a la titánica labor que durante días han realizado para controlar y sofocar este incendio sin precedentes.
“Tenemos la responsabilidad de proteger el futuro de Nayarit”, sentenció el gobernador Miguel Ángel Navarro en un breve comunicado en el que mostró su agradecimiento al presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador y al director general de la CONAGUA, Germán Martínez Santoyo, quienes facilitaron el préstamo del helicóptero especialista en incendios forestales.
Fue el sábado 15 de abril, cuando los destellos de las llamas y el humo alertaron a los tepiqueños de una nueva tragedia ambiental. Un auténtico infierno se apoderó del predio conocido como El Tecolote, que dejó una estela de cenizas y se desplazó rumbo a la sierra de San Juan.
La respuesta de brigadistas y bomberos fue inmediata pero también complicada, al ser zonas de difícil acceso. Un manto de humo grisáceo comenzó a apoderarse de la ciudad, que hasta hace unos días lucía ahogada por una calidad de aire que fue deteriorándose hasta alcanzar la calificación de mala, debido al aumento de materia particulada como polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas, cemento y polen conocidas de forma científica como PM2.5 y PM10 en el aire. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la exposición crónica a estas partículas contribuye al riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y respiratorias, así como cáncer de pulmón, siendo la PM2.5 la más peligrosa ya que puede atravesar la barrera pulmonar y entrar en el sistema sanguíneo