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Oleada haitiana, impulsada por el orden económico mundial, migra con apoyo de celulares y redes sociales

Hablando sobre la migración haitiana, la maestra Margarita Vargas Canales, especialista de la Universidad Nacional, es severa al hablar sobre soluciones de fondo en torno a esta movilidad humana que se ha traducido, en el caso de la CDMX, en campamentos callejeros, incluyendo niños durmiendo en las calles:

“Sin ánimo de cliché: esto tiene que ver mucho con las consecuencias de un sistema económico mundial, que es el capitalismo, que no ha encontrado la manera de incentivar un desarrollo más justo de las regiones que son expulsoras de migrantes. Mientras no haya una reforma profunda del sistema capitalista mundial, que incluya una forma de que estos países se inserten en ese capitalismo de manera más justa, esta migración seguirá. ¿Por qué? Porque los gobiernos, aun en el caso de los países latinoamericanos más grandes, no serán capaces de ofrecer alternativas de empleo, sobre todo para personas de 15 a 30 años, sin importar capacidades, grados académicos. Si no encuentran empleos remunerado y seguridad que les permitan tener una vida más o menos viable, irán migrando o buscarán alternativas desarrollando actividades ilícitas. No parece haber alternativas”.

En entrevista, Vargas Canales señala, adicionalmente, que hay estereotipos en la migración haitiana que impiden conocerla cabalmente; ciertamente son una población que padece situaciones difíciles, pero en general están armados con experiencia migratoria y redes, familiares o de amigos, que ayudan en el tránsito, que lo hacen un poco más seguro.

“En todas las islas del Caribe la situación es difícil”, puntualiza, “ la mayoría no tiene suficiente tierra para cultivar, se trata de economías frágiles con una gran dependencia del turismo, expuestas a desastres naturales, huracanes, incendios, cambio climático”.

Aunado a las dificultades políticas, lo anterior hace que haya una tradición migratoria, para trabajar, para estudiar, añeja que ha sido utilizada en la etapa difícil que corre del gran terremoto de 2010 en Haití al magnicidio de presidente Jovenel Moïse, asesinado a tiros en su domicilio en 2021.

–¿Entonces hay una experiencia migratoria que está siendo usada por estas oleadas de haitianos que han alcanzado la Ciudad de México?

–Es una cuestión de sobrevivencia, han desarrollado redes de apoyo con las experiencias previas, pues ha migrado un hermano, un primo. Son migraciones escaladas, por decirlo así, se van primeros los hombres o las mujeres, van preparando el terreno y van trayendo poco a poco a quienes se quedaron en Haití u otros países. Por supuesto también hay quien sale en condiciones mucho más difíciles, pero en general sí hay un conocimiento previo.

–¿Cómo se trasmiten estas experiencias migratorias entre los haitianos?

–Saben usar los celulares, las redes sociales. Existe esta preparación previa y aun siendo un país muy pobre, la ventana al exterior es la tecnología. En las barriadas pobres los jóvenes consiguen teléfonos usados y es lo que les permite salir, saber por dónde pasar cuando migran. La imagen que pudiera tenerse de que los haitianos salen sin ningún conocimiento es errónea. Nunca va a ser en las mejores condiciones, pero hay conocimiento y preparación previos, aun cuando sean rudimentarios.

Esto se intensifica porque muchos de ellos tienen previamente familiares en EU o Canadá, quienes también les dan información para que su recorrido migratorio sea exitoso. Aclaro que es muy difícil hablar de “éxito” en estas situaciones, pero una parte considerable llega a la meta: intentar cruzar la frontera con Estados Unidos.

–Usted y su equipo académico hicieron trabajo de campo en rutas migratorias en 2019, ¿la presencia haitiana ya era notable?

–En el trabajo de campo en el 2019 no era tan exacerbado el fenómeno como hoy en día. Aunque hubo una gran oleada migratoria de haitianos a la ciudad de Tijuana en 2016. Hay que recordar que la primera caravana fue en 2018, y no era algo a lo que los haitianos recurrieran mucho. Esto ahora se ha incrementado, las caravanas son sobre todo de mexicanos y de centroamericanos, pero los haitianos empiezan a usarlas.

–¿Existía el deseo de establecerse en México?

–Realmente no contemplaban a México como país de residencia, se les daba el permiso de paso. Era una protección mínima, en términos formales. No había necesidad de llegar a la Ciudad de México, así que desde Tapachula se dirigían a la Frontera Norte.

Pero la política migratoria ha cambiado, se ha incrementado la política de contención, con menos garantías como país de tránsito. Eso hace que los haitianos lleguen a la Ciudad de México buscando regularizar sus papeles, algo que les permita estar de tránsito en una situación menos vulnerable o que les permita solicitar su permiso de ingreso a los EU desde el centro del país y que a su vez, les permita opciones de trabajo porque la espera de trámites es larga. Estar en la CDMX es para ejercer una presión a la autoridad migratoria, creo yo, ya sea para permanecer un tiempo en México en forma legal, como permiso transitorio, asilo o refugiado o bien que este permiso transitorio les permita esperar a que su solicitud de ingreso a Estados Unidos tenga una respuesta. .

–Lo que parece un hecho es que el subcontinente latinoamericano no parece haberles dado opciones duraderas, han estado en Chile, Brasil y México , los tres grandes de América Latina, y aun así reemprendieron la migración…

–En general, no ha habido políticas migratorias de inclusión o por lo menos de protección para este tipo de migración. Los haitianos tampoco han encontrado las mejores condiciones económicas. En Brasil, a la llegada de Bolsonaro, se endurecieron las políticas migratorias y se restringieron las oportunidades de empleo. En Chile hay una política migratoria de contención y solo pueden quedarse los haitianos que pueden regularizar su situación, lo cual es prácticamente imposible porque les piden un certificado de antecedentes penales, que ningún haitiano va a tener porque el gobierno haitiano no lo puede generar.

–En México les pasaría igual, el trámite es largo en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados sin que haya posibilidad de pedir referencias al país de origen…

–Así es. Necesariamente tienen que seguir la migración hacia EU porque sólo ese país puede ofrecerles un salario que les alcance para vivir y que tenga un excedente para mandar remesas al país de origen. A los haitianos no les interesa quedarse en un país si no pueden mandar dinero a su país.

Hay excepciones, haitianos que están bien preparados y logran tener buenos empleos, como músicos, profesores de idiomas por ejemplo, pero realmente son muy pocos los que se quedan. Esto lo vimos en la frontera norte, donde además tienen la oportunidad de pasar continuamente a los EU, pero se trata de una minoría.

–Los haitianos, tarde o temprano, estarán en riesgo de ser presas del narco mexicano…

–Esa organización en la forma de migrar les ha permitido comprar su propia seguridad, por así decirlo. Pero desafortunadamente, la migración es también una “empresa” y como tal tiene muchísimos engranajes, muchísimos informales e ilegales, polleros, la gente que los transporta en los camiones. Es un engranaje que da mucho dinero. Los migrantes pagan por cada gota de agua que consumen, por cada metro que caminan pagan su seguridad.

Y también es un problema para el gobierno mexicano, la frontera norte es muy grande y la sur es muy porosa.

–¿No hay siquiera un esbozo de solución profunda? ¿Algo que vaya más allá de poner un albergue o darles un papel de tránsito?

–Hay un politólogo e historiador, Enzo Traverzo, que señala al siglo XX como el siglo de la violencia, por las guerras mundiales, y al siglo XXI como el siglo de las migraciones. Es un fenómeno global, en África del norte pasando a Europa, los turcos que van a Alemania y en México hacia Estados Unidos. Pero hay una situación global con muchas variantes ya: no se trata sólo de una migración sur-norte, también hay migraciones sur-sur.

Todo esto tiene que ver mucho con las consecuencias de un sistema económico mundial, que es el capitalismo, que no ha encontrado la manera de incentivar un desarrollo más justo. Mientras no haya una reforma profunda del sistema capitalista mundial, esta migración seguirá. Sobre todo para personas de 15 a 30 años, si no encuentran empleos remunerados y seguridad que les permitan tener una vida mas o menos viable, seguirán migrando o buscarán alternativas en actividades ilícitas. Las opciones son escasas.

Una parte importante es dialogar con los centros económicos de poder y ver cómo se pueden ofrecer alternativas.

Ningún organismo internacional tiene autoridad para sancionar, sólo hacen recomendaciones sobre el derecho a migrar, la migración pacífica y segura, pero a la hora de la práctica hay una contradicción tremenda, porque la materia migratoria se considera seguridad nacional, así que cada estado tiene su propia política y ésta es parte de su soberanía.